jueves, 17 de diciembre de 2015

X

En oscuras tempestades
has morado largas noches que parecían
inacabables. Y luego, ya acabadas, inconclusas.

En tenebrosos laberintos de zarzales
has llagado mil veces tu cuerpo.
En llamas hueras
has quemado, muy adentro, tu carne…

Y a veces, a veces, algo te decía:
¿hacia dónde vas?
Y, pasmada, pensabas que no lo sabías.

En antiguas veredas,
vastas como estadios de tan pisadas,
has porfiado,
hollando el camino de la
desesperanza.

En grave peligro
has transitado siempre.
Esperando que Dios viniera a ti
y te salvara. Y entretanto
tú misma te matabas.

Aunque a veces oías una voz que te decía:
¿Hacia dónde andas?
Pero, confusa, nunca respondías.

¡Qué necia!
¡Qué ignorante!
¡Qué pobre mula equivocada!

Ayer salió un momento el sol
con su luz tan bella, tan alta, tan brillante,
y al verlo propusiste: “Elijo ser mejor.”
Y sé que creías que intentarlo
no puede ser tan malo.

Cuando retornen las oscuras tempestades
le rezaré al Dios que nunca sale a tu encuentro
y le pediré, con la tenue y secreta voz
del pensamiento, que no duren tanto como antes.

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