jueves, 16 de abril de 2009

VII

Mi mendigo volvió la vista atrás.

Y sólo le gustó
ver parte de lo que ha vivido.

No andes con quien dices,
y nadie sabrá con quién acabas.

La muerte planea sobre él.
Lo sabe,
aún así, habitualmente,
prefiere ignorarlo.

Escogidas las fuentes de las que beber,
escogidos los muros en que pintar,
escogidos los murmullos,
las cadenas y los grilletes;
escogidos los bandos,
las luces y las sombras…
¿para qué sirven al final?

El mendigo miró hacia delante.
Y siempre vio el mismo dolor.

Miente a los que te rodean
si no quieres que te dañen.
Pero la mentira es la hiel.
Y la hiel es la salmuera
en la que se madura el mundo.

Ya no hay mejor ni peor.
Y el mendigo opina:
-Ya no hay degenerados,
sólo gente liberada-.
Y a veces intuye
que ya no queda felicidad,
solo gente cansada
arrastrándose en libertad.

Mi mendigo miró un día su Día,
pero solo vio
escombros obliterando su Esencia.