Mientras los rumores de la existencia de Dios
poco a poco se apagan,
el mendigo, hecho jirones y falto de calor,
lentamente se abrasa.
Ya no reza por algo mejor. Se le agotó
el azul esperanza.
Mientras el gélido aliento de muerte se abraza
a sus podridos huesos,
mi mendigo no cree que estar tenga importancia
y piensa muy en serio
en la vida del Hombre como en un simio que avanza
desde un extraño sesgo.
Por vez primera ha sentido que un día no será,
por vez primera ha sentido vacío el Universo
y la Vida en soledad.
Considerando las alternativas,
el espiritual mendigo opina
que si Dios no existiera en realidad,
habría que inventarlo.
Humildemente le recomiendo a mi estimado mendigo la lectura de la mejor novela de Unamuno:
ResponderEliminar" San Manuel , bueno , mártir " y es que sus palabras me han hecho recordarla en su esencia.
Muchas gracias por tu seguimiento y tus palabras siempre tan atinadas.
ResponderEliminarLeí hace mucho tiempo el libro que refieres. En realidad este conjunto de poemas lo escribí después de leer un libro titulado Temor y Temblor de Kierkgaard. Y lo que dices tiene mucho sentido pues según creo este filósofo influyó un poco (o mucho) en don Miguel.
Lo malo de los personajes de ficción es que resulta difícil tomar café con ellos, pero estoy convencido de que mi Mendigo disfrutaría mucho de tomar un café contigo.
Bueno, lo dicho, un beso y muchas gracias.
Querido Lupiáñez:
ResponderEliminar¿ Sabes que echo de menos al mendigo , digo, a " tu " mendigo ?
Cierto es.
besos