lunes, 2 de marzo de 2009

IV

Hay un hombre con un arma ahí arriba…
Pequeñas agujas mojan mi piel
y el mal de baldosas pierde mi fe.
¿Quién dijo que la vida es positiva?

Me arranco la tristeza punitiva,
pero el mundo es como un sucio bidé
en donde Dios lava sus negros pies
mientras llora por su mancha creativa.

(Hay luces que te roban la verdad:
Llena de virus, de noche, una puta
ya no cobra; y no creo que sobreviva…)

Hay un hombre con un arma ahí arriba.
Disparará… si Dios quiere. Me apunta.
Cuando Dios quiera me matará.

1 comentario:

  1. Contados los días tenemos, querido mendigo, aunque desconozcamos el momento exacto de la venida de La Parca y aún menos lo que ocurrirá en el mientras.
    Nos queda el refugio en el interior, como los niños que se acurrucan en la cama cuando tienen miedo...

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